¿Cuáles serían nuestras últimas palabras antes de
morir? Generalmente no todos meditamos en ello. Estaríamos más preocupados por
quienes dejaremos de vernos hasta la eternidad y en el mejor de los casos,
satisfechos de haber abrazado la fe cristiana con la certeza de que seremos
bienvenidos ante la presencia del ALTÍSIMO.
Trasladémonos imaginariamente en la escena. Estaban
crucificando al Señor, y en su misma presencia estaban repartiendo su túnica
entre ellos, se burlaban y lo difamaban como embustero y mentiroso, mientras
que Él, viendo lo que estaban haciendo, escuchando lo que estaban diciendo, y
sufriendo los más agudos dolores en sus manos y pies, devolvió bien por mal, y
oró: “Padre, perdónalos”.
Desde su muerte y resurrección
hasta nuestros días, el Evangelio de Cristo difundido por casi todo el mundo
reiteradamente nos recuerda que debemos amar al prójimo, pero el hombre, cegado
por el orgullo y alejado de DIOS insistentemente exclama: “perdono, pero no
olvido”.
La incapacidad de
perdonar, refleja ciertamente la condición espiritual de cada persona. El
pecado es indigno delante de DIOS, no así el pecador a quien ama y por quien envió a JESÚS
morir en la Cruz. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". (Juan 3:16).
Si aún no has perdonado, hazlo ahora. Solo entonces sentirás la Paz verdadera, no como el mundo la da.
Si aún no has perdonado, hazlo ahora. Solo entonces sentirás la Paz verdadera, no como el mundo la da.
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