lunes, 19 de junio de 2017

MADRE, ¿POR QUÉ LLORAS...?




Ya era pasado la media noche cuando Eddie encontró a su Madre llorando a solas y doblada de rodillas. Sobre el aparador una botella de licor y un pequeño equipo que retransmitía música del recuerdo de los años 60.

A su memoria le traían hermosos recuerdos cuando conoció a su extinto esposo, Eduardo, con quien compartió 40 años de vida antes que un infarto al corazón cegara su vida. Desde aquel entonces sus días no fueron los mismos y cada domingo por la mañana que va al cementerio deposita una ofrenda floral con la esperanza de volverlo ver.

En vida, Eduardo abrigaba la esperanza de cumplir tantos años de casados y se organizaba para celebrar sus bodas de Oro. Aquel día nunca llegó y Marian se refugió en la soledad y en el licor.  Madre, ¿por qué lloras? Irrumpió su hijo Eddie y al ver el rostro humedecido de su madre, comprendió.

Esta pequeña historia, se repite día a día en medio de una sociedad desgastada de esperanza y recrudecido por el dolor. Jesús, el Hijo de DIOS quien murió por nosotros en la cruz ofrece al Hombre la oportunidad de reencontrarse con todos los seres queridos si está dispuesto a reconocer sus pecados, pedir perdón y recibirlo como su Salvador y Señor.

Querido amigo. Te preguntarás por qué tenemos que reconocer que hemos pecado. Las Sagradas Escritura tiene la respuesta.  “Por cuanto todos pecaron, estamos destituidos de la Gloria de Dios” (Romanos 3:23).

En su infinita misericordia, DIOS mostró su amor para con nosotros que envió a su Hijo, JESÚS, a pagar nuestra culpa. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16).

¿Qué esperar entonces? En el Libro de Los Hechos, el evangelista Lucas escribió: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”.

Jesús no nos ha dado la espalda, por el contrario, él está esperando que nosotros recibamos su invitación: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

Querido amigo, DIOS nos dio la facultad de poder elegir. O lo aceptamos o sencillamente lo rechazamos. El respetará nuestra soberana decisión y cualquiera que ésta sea somos responsable de asumir las consecuencias. 

Si aceptamos y creemos que JESÚS es nuestro Señor. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”. (Romanos 8:16-17).


Acepta pues amigo la invitación. No te pierdas de entrar en comunión con DIOS   “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor” dice Apocalipsis 21:4.

LA TIERRA SE MUERE

El planeta tierra cuya existencia data miles de años, hoy atraviesa en su etapa crítica y curiosamente, aunque la naturaleza pide a gritos su ayuda, lo más increíble es que nadie la escucha.