¿Alguna
vez te has preguntado cuál será el destino de tu alma después de la muerte?
¿Has reflexionado por unos momentos si estás preparado para ese evento?
Aunque
muchos intentan evadir el tema, tarde o temprano debemos enfrentar lo que
sucederá después de nuestro último aliento.
Job habló
por todos nosotros cuando preguntó: "El hombre nacido de mujer, corto de
días y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la
sombra y no permanece... si el hombre muriera, ¿volvería a vivir?" (Job
14:1-2, 14).
La Biblia
nos dice que no solo hay vida después de la muerte, sino que hay una vida
eterna tan gloriosa que "cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido
en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman"
(1 Corintios 2:9).
Jesucristo,
Dios encarnado, vino a la tierra para darnos este don de la vida eterna.
"Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados;
el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados" (Isaías 53:5). Aunque eventualmente todos resucitaremos, no todos
irán al cielo. En esta vida, cada persona debe tomar una decisión, y esto
determinará su destino eterno.
La Biblia
dice que está establecido para nosotros morir una sola vez, y después de eso
viene el juicio (Hebreos 9:27). Aquellos que han sido hechos justos por la fe
en Cristo irán a la vida eterna en el cielo, pero los que rechazan a Cristo
como su Salvador serán enviados al castigo eterno del infierno (Mateo 25:46).
El
infierno, al igual que el cielo, no es solamente un estado de existencia, sino
un lugar literal y muy real. Es un lugar donde los injustos experimentarán la
eterna ira de Dios sin fin.
En el
infierno, habrá el lloro y el crujir de dientes, dando inicio a una pena
intensa y cólera (Mateo 13:42). Este es un lugar "donde el gusano de ellos
no muere, y el fuego nunca se apaga" (Marcos 9:48).
Estimado
amigo, Dios no quiere que nadie muera, sino que el hombre viva con Él en la
eternidad, y solo depende de una decisión. Dios no nos va a forzar a la
sumisión. Si escogemos rechazarlo, Él acepta nuestra decisión de vivir
apartados de Él eternamente. La vida sobre la tierra es una prueba, una
preparación para lo que ha de venir.
Para los
creyentes, es la vida eterna en la presencia inmediata de Dios. Para los
incrédulos, la vida después de la muerte es una eternidad en el lago de fuego.
Entonces,
¿cómo podemos recibir la vida eterna y evitar una eternidad en el lago de
fuego? Hay solamente una manera: a través de la fe y confianza en Jesucristo.
Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque
esté muerto, vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá
eternamente..." (Juan 11:25-26).