¡Oh, qué conmovedora historia de fidelidad a la
abogacía! Pedro Granja, el valiente defensor de la justicia, jurando morir como
abogado. Se nota que tiene una conexión espiritual con la ley, como si
estuviera casado con la justicia y planeando tener una larga y apasionada luna
de miel con sus libros de leyes.
Pero ¡sorpresa! El giro en esta historia es más
emocionante que un episodio de telenovela. Después de prometer que los
ciudadanos podían escupirle en la cara si alguna vez se le ocurría meterse en
la política partidista, resulta que ahora está buscando la presidencia por el
partido socialista. ¡Qué giros tan inesperados tiene la vida! Debe ser que la
política es tan irresistible como un buffet libre para alguien que juró amor
eterno a los tribunales.
¡Bravo, Pedro! La consistencia es para los débiles.
¿Quién necesita mantener sus promesas cuando puedes tener el poder político en
tus manos? Sin duda, este es un ejemplo brillante de cómo seguir tus principios
hasta que te ofrecen un cargo importante. ¡La ironía está servida en un plato
de abogado político! (O)
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