Ah, el glorioso Barcelona de Guayaquil, enfrentándose como
titanes del fútbol, frente a Unisamba FC de Nueva Jersey, en lo que claramente
debe ser el clímax de la temporada futbolística. ¿Quién necesita el Clásico
cuando puedes tener la emoción inigualable de ver a superestrellas esquivar
charcos en un campo que probablemente también sirve como estacionamiento los
martes?
Es cierto, pagar por ver a tu equipo enfrentarse a un
rival de tercera división suena a la trama de una comedia deportiva donde el
equipo bajo perro sueña con la gloria... solo que, en esta versión, el guion se
olvidó de añadir el giro dramático donde el Unisamba FC hace temblar a los
gigantes “amarillos”. ¡Sorpresa! Resulta ser solo otro día en la oficina para los
flamantes directivos y compañía, excepto que la oficina tiene una vista menos
glamurosa y probablemente menos confortable.
Y luego está el asunto del "tarde amarilla"
que, sinceramente, suena como una metáfora poética de un partido que nadie
pidió pero que todos recibieron. Añade a eso el hecho de que se jugó en un
estadio que probablemente esté más acostumbrado a conciertos de rock que a
eventos deportivos internacionales, y tienes la receta perfecta para una
experiencia futbolística... digamos, única.
Pero hey, al menos es una historia para contar, ¿no?
"¿Recuerdas esa vez que vimos a uno de los mejores equipos del mundo jugar
contra un equipo que la mayoría de nosotros no sabíamos que existía, en un
lugar más conocido por sus hot dogs que por su hospitalidad deportiva?"
Ah, memorias que valen oro... o al menos el precio de la entrada. (VAY)
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