viernes, 16 de febrero de 2024

SNAI: OJOS QUE NO VEN, CORRUPCIÓN QUE NO SIENTE

 

 En un giro de trama digno de una película de suspenso, nos encontramos ante el enigma de cómo, en medio de la violencia y el caos de los motines carcelarios, florecieron en las cárceles ecuatorianas verdaderos oasis de lujo. Piscinas donde debería haber celdas, galleras en lugar de patios de ejercicio, discotecas en vez de comedores, y suites que desafían la imagen tradicional de una prisión. A esto se suman túneles dignos de una gran fuga, paredes y pisos con doble fondo, y una infraestructura tecnológica que rivalizaría con un hotel de cinco estrellas. La pregunta que resuena es: ¿Cómo es posible que tales extravagancias pasaran desapercibidas bajo la mirada de quienes debían mantener el orden?

El comandante general de la Policía, César Zapata, y el contralmirante Jaime Vela, jefe del comando conjunto de las Fuerzas Armadas, apuntan hacia el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI) como el responsable de investigar y reportar tales anomalías. Sin embargo, la gran incógnita sigue siendo: ¿Por qué el SNAI no ha llevado estas evidencias ante la Fiscalía? ¿Qué secretos se esconden detrás de estas paredes lujosas y quiénes son los verdaderos beneficiarios de esta protección?

Esta situación nos lleva a una reflexión más profunda sobre los sistemas penitenciarios y la corrupción que puede anidar en sus entrañas, permitiendo que las prisiones, lejos de ser espacios de reinserción social, se conviertan en pequeños feudos regidos por las reglas de quienes deberían estar sometidos a la justicia. La existencia de estos "palacios penitenciarios" no solo desafía la lógica y la moral, sino que también plantea serias preguntas sobre la eficacia y la integridad de las instituciones encargadas de la gestión carcelaria.

El escenario está listo para una investigación a fondo que desentrañe este misterio y exponga las redes de complicidad que han permitido tal desviación de la norma. La sociedad espera respuestas, y la justicia, un camino claro para restaurar la confianza en sus instituciones. Este no es solo un caso de lujos inapropiados, sino un símbolo de los desafíos que enfrenta el sistema penitenciario en su lucha contra la corrupción y el crimen organizado. (O)


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