¡Aleluya, JESÚS ha resucitado! Contrariamente para los escépticos
que creían que la muerte de Jesús quizás todo había terminado, el Mesías obtuvo
la victoria sobre el pecado. Trajo perdón, pero, además, nos hizo justos
delante del Padre celestial.
Un momento memorable que jamás podemos ni olvidar ni desconocer en
nuestra vida porque nada nos ata al pecado, y por el contrario, nos permite
avanzar en la certeza de que estamos llamados a vencer. ¡Cristo venció y nos
hizo victoriosos!
El apóstol Pablo resalta este hecho trascendental de la
victoria de JESÚS sobre la muerte.
“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. (1 Corintios: 55-57)
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